A continuación les exponemos las obras teatrales que se representan en nuestros teatros:
Siglo de Oro: La vida es sueño
Reproducimos aquí las escenas I y II del primer acto de "La vida es sueño". Tal vez sean los más conocidos y sin duda un estímulo para conocer la obra en su totalidad.
Siglo XIX: Don Juan Tenorio
ESCENA III
Doña Inés, Brígida
BRÍGIDA: Voy a cerrar esta puerta.
DOÑA INÉS: Hay orden de que esté abierta.
BRÍGIDA: Eso es muy bueno y muy santo
para las otras novicias
que han de consagrarse a Dios,
no, doña Inés, para vos.
DOÑA INÉS: Brigida, ¿no ves que vicias
las reglas del monasterio
que no permiten...?
BRÍGIDA: ¡Bah!, ¡bah!
Más seguro así se está,
y así se habla sin misterio
ni estorbos. ¿Habéis mirado
el libro que os he traído?
DOÑA INÉS: ¡Ay!, se me había olvidado.
BRÍGIDA: ¡Pues me hace gracia el olvido!
DOÑA INÉS: ¡Como la madre abadesa
se entró aquí inmediatamente!
BRÍGIDA: ¡Vieja más impertinente!
DOÑA INÉS: ¿Pues tanto el libro interesa?
BRÍGIDA: ¡Vaya si interesa! Mucho.
¡Pues quedó con poco afán
el infeliz!
DOÑA INÉS: ¿Quién?
BRÍGIDA: Don Juan.
DOÑA INÉS: ¿Válgame el cielo! ¡Qué escucho!
Es don Juan quien me le envía.
BRÍGIDA: Por supuesto.
DOÑA INÉS: ¡Oh! Yo no debo
tomarle.
BRÍGIDA: ¡Pobre mancebo!
Desairarle así, sería
matarle.
DOÑA INÉS: ¿Qué estás diciendo?
BRÍGIDA: Si ese horario no tomáis,
tal pesadumbre le dais
que va a enfermar: lo estoy viendo
DOÑA INÉS: ¡Ah! No, no; de esa manera
le tomaré.
BRÍGIDA: Bien haréis.
DOÑA INÉS: ¡Y qué bonito es!
BRÍGIDA: Ya veis;
quien quiere agradar se esmera.
DOÑA INÉS: Con sus manecillas de oro.
¡Y cuidado que está prieto!
A ver, a ver si completo
contiene el rezo del coro.
(Le abre, y cae una carta de entre sus hojas.)
Mas ¿qué cayó?
BRÍGIDA: Un papelito.
DOÑA INÉS: ¡Una carta!
BRÍGIDA: Claro está;
en esa carta os vendrá
ofreciendo el regalito.
DOÑA INÉS: ¡Qué! ¿Será suyo el papel?
BRÍGIDA: ¡Vaya, que sois inocente!
Pues que os feria, es consiguiente
que la carta será de él.
DOÑA INÉS: ¡Ay, Jesús!
BRÍGIDA: ¿Qué es lo que os da?
DOÑA INÉS: Nada, Brigida, no es nada.
BRÍGIDA: No, no; si estáis inmutada.
(Ya presa en la red está.)
¿Se os pasa?
DOÑA INÉS: Sí.
BRÍGIDA: Eso habrá sido
cualquier mareíllo vano.
DOÑA INÉS: ¡Ay! Se me abrasa la mano
con que el papel he cogido.
BRÍGIDA: Doña Inés, ¡válgame Dios!,
jamás os he visto así:
estáis trémula.
DOÑA INÉS: ¡Ay de mí!
BRÍGIDA: ¿Qué es lo que pasa por vos?
DOÑA INÉS: No sé... El campo de mi mente
siento que cruzan perdidas
mil sombras desconocidas
que me inquietan vagamente
y ha tiempo al alma me dan
con su agitación tortura.
BRÍGIDA: ¿Tiene alguna por ventura
el semblante de don Juan?
DOÑA INÉS: No sé: desde que le vi,
Brígida mía, y su nombre
me dijiste, tengo a ese hombre
siempre delante de mí.
Por doquiera me distraigo
con su agradable recuerdo,
y si un instante le pierdo,
en su recuerdo recaigo.
No sé qué fascinación
en mis sentidos ejerce,
que siempre hacia él se me tuerce
la mente y el corazón:
y aquí y en el oratorio
y en todas partes advierto
que el pensamiento divierto
con la imagen de Tenorio.
BRÍGIDA: ¡Válgame Dios! Doña Inés,
según lo vais explicando,
tentaciones me van dando
de creer que eso amor es.
DOÑA INÉS: ¡Amor has dicho!
BRÍGIDA: Sí, amor.
DOÑA INÉS: No, de ninguna manera.
BRÍGIDA: Pues por amor lo entendiera
el menos entendedor;
mas vamos la carta a ver.
BRÍGIDA: Pues por amor lo entendiera
el menos entendedor;
mas vamos la carta a ver.
¿En qué os paráis? ¿Un suspiro?
DOÑA INÉS: ¡Ay! Que cuanto más la miro,
menos me atrevo a leer.
(Lee.)
"Doña Inés del alma mía."
¡Virgen Santa, qué principio!
BRÍGIDA: Vendrá en verso, y será un ripio
que traerá la poesía.
Vamos, seguid adelante.
DOÑA INÉS: (Lee.)
"Luz de donde el sol la toma,
hermosísima paloma
privada de libertad,
si os dignáis por estas letras
pasar vuestros lindos ojos,
no los tornéis con enojos
sin concluir, acabad."
BRÍGIDA: ¡Qué humildad! ¡Y qué finura!
¿Dónde hay mayor rendimiento?
DOÑA INÉS: Brigida, no sé qué siento.
BRÍGIDA: Seguid, seguid la lectura.
DOÑA INÉS: (Lee)
"Nuestros padres de consuno
nuestras bodas acordaron,
porque los cielos juntaron
los destinos de los dos.
Y halagado desde entonces
con tan risueña esperanza,
mi alma, doña Inés, no alcanza
otro porvenir que vos.
De amor con ella en mi pecho
brotó una chispa ligera,
que han convertido en hoguera
tiempo y afición tenaz:
y esta llama que en mí mismo
se alimenta inextinguible,
cada día más terrible
va creciendo y más voraz..,
BRÍGIDA: Es claro; esperar le hicieron
en vuestro amor algún día,
y hondas raíces tenía
cuando a arrancársele fueron.
Seguid.
DOÑA INÉS: (Lee.) "En vano a apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia
no hoguera ya, volcán es.
Y yo, que en medio del cráter
desamparado batallo,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés."
BRÍGIDA: ¿Lo veis, Inés? Si ese horario
le despreciáis, al instante
le preparan el sudario.
DOÑA INÉS: Yo desfallezco.
BRÍGIDA: Adelante.
DOÑA INÉS: (Lee.)
"Inés, alma de mi alma,
perpetuo imán de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar;
garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo,
el diáfano azul del cielo
para aprender a cruzar;
si es que a través de esos muros
el mundo apenada miras,
y por el mundo suspiras
de libertad con afán,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan,
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan."
(Representa.)
¿Qué es lo que me pasa, ¡cielo!,
que me estoy viendo morir?
BRÍGIDA: ¡Ya tragó todo el anzuelo.
Vamos, que está al concluir.
DOÑA INÉS: (Lee.)
"Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía,
y allí le sorprende el día
y le halla la noche allí;
acuérdate de quien vive
sólo por ti, ¡vida mía!,
y que a tus pies volaría
si me llamaras a ti."
BRÍGIDA: ¿Lo veis? Vendría.
DOÑA INÉS: ¡Vendría!
BRÍGIDA: A postrarse a vuestros pies.
DOÑA INÉS: ¿Puede?
BRÍGIDA: ¡Oh, sí!
DOÑA INÉS: ¡Virgen María!
BRÍGIDA: Pero acabad, doña Inés.
DOÑA INÉS: (Lee.)
"Adiós, ¡oh luz de mis ojos!
Adiós, Inés de mi alma:
medita, por Dios, en calma
las palabras que aquí van;
y si odias esa clausura,
que ser tu sepulcro debe;
manda, que a todo se atreve
por tu hermosura don Juan."
(Representa doña Inés.)
¡Ay! ¿Qué filtro envenenado
me dan en este papel,
que el corazón desgarrado
me estoy sintiendo con él?
¿Qué sentimientos dormidos
son los que revela en mí?
¿Qué impulsos jamás sentidos?
¿Qué luz, que hasta hoy nunca vi?
¿Qué es lo que engendra en mi alma
tan nuevo y profundo afán?
¿Quién roba la dulce calma
de mi corazón?
BRÍGIDA: Don Juan.
DOÑA INÉS: ¿Don Juan dices...? Conque ese hombre
me ha de seguir por doquier?
¿Sólo he de escuchar su nombre?
¿ Sólo su sombra he de ver?
¡Ah! Bien dice: juntó el cielo
los destinos de los dos,
y en mi alma engendró este anhelo
fatal.
BRÍGIDA: ¡Silencio, por Dios!
(Se oyen dar las ánimas.)
DOÑA INÉS: ¿Qué?
BRÍGIDA: ¡Silencio!
DOÑA INÉS: Me estremeces.
BRÍGIDA: ¿Oís, doña Inés, tocar?
DOÑA INÉS: Sí, lo mismo que otras veces
las ánimas oigo dar.
BRÍGIDA: ¡Pues no habléis de él.
Cielo santo!
DOÑA INÉS: ¿De quién?
BRÍGIDA: ¿De quién ha de ser?
De ese don Juan que amáis tanto,
porque puede aparecer.
DOÑA INÉS: ¡Me amedrentas! ¿Puede ese hombre
llegar hasta aquí?
BRÍGIDA: Quizá.
Porque el eco de su nombre
tal vez llega adonde está.
DOÑA INÉS: ¡Cielos! ¿Y podrá...?
BRÍGIDA: ¿Quién sabe?
DOÑA INÉS: ¿Es un espíritu, pues?
BRÍGIDA: No, mas si tiene una llave...
DOÑA INÉS: ¡Dios!
BRÍGIDA: Silencio, doña Inés:
¿No oís pasos?
DOÑA INÉS: ¡Ay! Ahora
nada oigo.
BRÍGIDA: Las nueve dan.
Suben... se acercan... Señora...
Ya está aquí.
DOÑA INÉS: ¿Quién?
BRÍGIDA: Él.
DOÑA INÉS: ¡Don Juan!
Siglo XX: Luces de Bohemia
Esta obra, publicada en 1920 es una denuncia de la sociedad de la época. Nos describe las andanzas de Max Estrella, poeta ciego, que recorre la ciudad y va plasmando la crueldad y la miseria que se encuentra.
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